Siendo la función materna una necesidad biológica es frecuente encontrar
que la madre se prepare en función del desarrollo de su experiencia. Durante
este ejercicio es posible que se tope con un sinnúmero de inconvenientes de
tipo emocional. Es esta la razón de ser de compartir este artículo. Considero
que lo que aquí les expongo es la mayor dificultad que ostentan las madres para
cumplir su función materna, que no es otra que entregar hijos que contribuyan a
la sociedad y para ello es fundamental que dichos seres sean independientes,
autónomos y maduros, unas virtudes de las que carecen precisamente los hijos
del tipo de madre que les voy a comentar. Para identificar este tipo de
desorden en la función del desarrollo materno, tomaremos unos aportes del libro
que al final comento.
Madre sobreprotectora
Esta madre tiene dos maneras de
sobreproteger a sus hijos: una es comportarse como víctima y la otra como
dictadora, ambas son formas de manipular para lograr lo que quiere y evadir la
impotencia tanto para amarlos como para satisfacerles otras necesidades. La
madre víctima la llamamos de este modo “la Santa”, puesto que el arquetipo de
mujer-madre que se ha infundido en especial en el catolicismo, es el de la
Virgen María u otras santas. El modelo corresponde con el de una mujer sufrida,
triste y siempre sacrificada, se trata de una mujer que conserva su energía
femenina, pero adquiere conductas extremas como convertirse en mártir, sometida
y apocada, en este perfil encaja nuestro arquetipo ANTÍGONA cuando es madre. La
otra madre sobreprotectora, “la Dictadora”, es un arquetipo de una mujer que
desarrolla un alto masculino, adquiere un papel de: tirana, impositiva,
dominante y en algunos casos maltratadora. La conducta es fortalecida cuando el
padre (su esposo), es negligente, con un femenino alto o no existe.
Detallemos en la relación de estos dos arquetipos con sus hijos:
Madre Santa-sobreprotectora
RELACIÓN MADRE-HIJA
Esta madre se caracteriza por: tener baja autoestima, ser insegura,
opacada, temerosa, sufrida, ella ejerce el control de sus hijos, haciéndose la
mártir, sufre con constancia y es incapaz de proporcionarles límites. Esta mujer
transmite a sus hijos la imagen de víctima, la que en muchas culturas es
aprobado, en especial las que rinden culto a la “Virgen María”, se trata de un
rol admirado y venerado. Esta madre presenta, además, dos prototipos extremos,
el primero es el de una madre suplidora, a cual más, de todos los
requerimientos de sus hijos, los asfixia, es incapaz de delegar funciones en
ellos, hace todo por ellos, inhibe su autonomía. Una madre que convierte a los
hijos en sus apéndices, catapultándolos hacia la degradación de PETER PAN,
hijos atrapados en “las faldas de mamá”. El otro prototipo es el de una madre
inmadura, llevado al extremo, la mujer asume el comportamiento de niña. Los
hijos tendrán que distribuir —en el supuesto de que sean varios— o asumir
completa o medianamente las funciones maternas. La más susceptible a ello es la
hija mujer, ya que su predisposición materna la inducirá a suplir a su madre,
tornándose en una ANTÍGONA o niña-madre. Será poco probable que esta hija
adulta pueda relacionarse con un hombre para formar un hogar, pues ya tiene uno
de que ocuparse.
Concluyendo: la madre “santa” promueve en sus hijas la adquisición de
una degradación como PETER PAN, cuando las convierte en apéndice, y de una
ANTÍGONA cuando es ella la que se comporta como una PETER PAN.
RELACIÓN MADRE-HIJO
La madre santa, como vimos,
repercute de dos formas: una es controlando por medio del victimismo, formando
tanto hijos suplidores de sus necesidades como apéndices, y la otra es
comportándose como una igual (hermana), osea una madre-niña, en cuyo caso los hijos, de acuerdo a su carácter,
suplen esta negligencia para sobrevivir emocionalmente en la familia,
adquiriendo roles que suplan el papel que su madre no cumple. De esta madre
sobreprotectora, sea una víctima o madre-niña,
emergen hijos con una clara predisposición a adquirir como cónyuge oculto a su madre, si se trata de un hijo PETER PAN, este
estará poseído por su madre, incapaz de separarse física y emocionalmente,
aunque no podemos hablar exactamente de que ella sea su cónyuge oculto, puesto que la demanda de este hijo es de una madre,
no obstante, para los efectos es equivalente.
Sin embargo, la combinación complementaria se suscita cuando el hijo
adquiere el rol de “proveedor” y protector de la madre, en este caso ella es su
cónyuge emocional. Si bien para las
consecuencias es igual: tanto el hijo PETER PAN como el Proveedor tienen como suplidora de la Integridad[1]
a su madre, la diferencia está en la conducta. Para ambos tipos de hijo las relaciones
sentimentales se tornarán esporádicas y con ánimo exclusivamente sexual.
Desde el punto de vista psicológico se podría relacionar esta conducta
con el “complejo de Edipo”[2],
que es una etapa que según Freud se
presenta en los niños entre los 4 y los 7 años de edad, es cuando el hijo se
“enamora” de su madre y ve a su padre como un rival a vencer, lo cual de forma
natural se desvanece, pasada esta edad. Empero estamos hablando de un hijo que
además de no haber superado dicho complejo, adquiere roles que no le
corresponden, como consecuencia de una madre con grandes desórdenes de
comportamiento, lo que acentúa su incapacidad de desarrollarse maritalmente y
adquiriendo usualmente a su madre como
cónyuge emocional.
Miremos las posibilidades conductuales de los hijos:
El Proveedor:
Se trata de un hombre que desde muy joven es
el compañero de su madre, un típico ANTÍGONA en versión masculina, un
sacrificado. Este hijo empieza a madurar antes de tiempo, es serio,
responsable, habla y actúa como un señor siendo un niño, poco a poco se hace
cargo de la madre y de los hermanos, de ahí que el primogénito sea más proclive
a desempeñar dicho papel, como ejemplo tomemos a Héctor, el hermano mayor de Lucía,
en el último caso que hemos expuesto. Él, una vez que muere el padre, asume su rol y
aunque dependía de forma enfermiza de su madre (Ángela), como los demás hijos,
asume la función de “ser el proveedor económico y emocional “de su madre”. Héctor se convierte en el suplidor de
las necesidades masculinas de su madre, conocía sus dolencias, sus
requerimientos, sus gustos, sentimientos, secretos y le compraba hasta la ropa
íntima; cada vez que ella lo llamaba, él acudía presuroso, sus decisiones las
tomaba en pleno acuerdo con Ángela.
Él además guiaba, reprendía, censuraba y aconsejaba a sus hermanos. El hijo proveedor corrientemente es soltero,
como en este caso, recordemos que Héctor
había cumplido 40 años, era el único de los hijos varones, sin descendencia y
nunca se había casado o tenido una relación marital, sus relaciones eran
esporádicas, a pesar de ser un hombre atractivo, interesante, trabajador y
honesto. Héctor estaba sentenciado a terminar al lado de su madre, condenado
quizás hasta la muerte de Ángela, que
sería tal vez lo único que lo movería a buscar una mujer: sentir la soledad.
El Proveedor es un hombre
difícil de comprometer, evasivo, un novio eterno, si decide casarse lo hará a
una edad mayor de 35, suelen ser excelentes padres (cuando se desprenden de los
hermanos), pero suspenden como cónyuges. Es frecuente que tenga varios
divorcios o separaciones, es incapaz de satisfacer a su mujer. Es el hombre que
necesita la aprobación constante de su madre, la esposa o novia la escoge su
madre. Si consigue tener una familia propia, busca clonar su familia original
en la actual, recuerda constantemente lo que su madre decía y hacía cuando era
niño, con especial tristeza. Habitualmente le falta compromiso emocional con su
esposa, suele ser un DIONISOS.
El apéndice:
Es el típico PETER PAN del que hemos hablado, anulado. Su comportamiento
es similar al de la hija apéndice; elude las responsabilidades, es improductivo,
inútil, diezmado en su valía personal y social. Físicamente se pueden destacar
en él, su cara, cuerpo o tono de voz infantil, laboralmente es inestable,
buscará una actividad relacionada con niños e incluso en casos extremos puede
llegar a relacionarse con ellos de forma sexual y emocional (ya que su mundo es
el infantil). Evade sus responsabilidades económicas, laborales y
sentimentales. Por lo mismo está incapacitado para formar su propia familia, y
si acaso lo consigue, busca una mujer del mismo modelo de su madre, delegando
sus responsabilidades en los demás.
Este tipo de hombre, más que una esposa, requiere a una madre. Por eso,
su cónyuge emocional es en realidad
una mamá. En las demás mujeres buscará sexo, diversión o compañía. Es el típico
hijo que opta por las drogas, el alcohol o cualquier otro vicio. En muchos
hogares es la oveja negra; lógicamente, excepto para su madre, ella evade ver
la realidad. Algunos hijos de este tipo, tras la muerte o ausencia de su madre,
pueden llegar al suicidio.
Influencia del padre en esta conjunción
El padre en
estos casos generalmente está ausente, ya sea por muerte, divorcio o abandono,
aunque también puede ser un negligente, en cuya situación estaríamos hablando
de una persona que evade sus responsabilidades paterno-conyugales, a través del
trabajo, la televisión, el alcohol o alguna desviación que ocupe su atención;
por lo tanto, un padre que abandona parcial o totalmente sus obligaciones
emocionales. De igual forma se puede tratar de un padre dictador (lo veremos más adelante) que maltrata a su mujer e hijos
y de forma consecuente refuerza el papel de víctima o de niña de la esposa.
Dicha situación, la madre la percibe como amenazante para sus hijos y de forma
instintiva los sobreprotege, por lástima de los “malos tratos físicos o
emocionales”; envueltos en un círculo de defensa-ataque, ya que cuando la madre
más defiende a los hijos, el padre más celos, envidia, rabia y resentimiento
acumula contra sus hijos varones.
Apartes
tomados del libro: De sol@s que se casan y casad@s que hacen pareja
¡Te invito a compartir tus experiencias
sobre el tema!
Escritora
y Certificada en BNE
Facebook:
Luz-en-tu-camino-interior
Twitter: luzentucamino26
[1] Integridad:
es una necesidad que sentimos por naturaleza, se manifiesta consciente o
inconscientemente, se resarce cuando existe equilibrio entre la energía
masculina y femenina del ser. Se percibe de diversas formas, dependiendo del
grado de evolución personal y social; en grados de inferior desarrollo, se
aprecia de manera inconsciente y en superiores, consciente.
[2]. Complejo de Edipo: conjunto de fenómenos centrales en el desarrollo de la sexualidad
infantil según Freud, en el cual se establece una relación amorosa con el
progenitor de sexo opuesto y hostil hacia el del mismo sexo.
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