Identifica si la ostentas
Es común encontrar que las madres
trabajen fuera de casa, diferente a la época de nuestras abuelas; en su tiempo,
gran parte de ellas eran amas de casa a tiempo completo, mientras que ahora, las
mujeres desempeñan una vida laboral y otra como ama de casa, esta dualidad ha
generado gran carga para cantidades de ellas, puesto que las actividades
propias del hogar todavía continua realizándolas en su totalidad; es poco común
que su esposo o compañero comparta estas labores –esto es posible constatarlo
sobre los estudios elaborados en algunos países desarrollados,- son en realidad
muy pocos los hombres que colaboran o asumen compartir las tareas domésticas. La
mujer de igual forma, debe cumplir con su compromiso materno, lo que es función
biológica propia. Por tanto, las madres modernas requieren desempeñar una doble
función, ambas de manera eficiente y eficaz, pues lo contrario le acarreará grandes
conflictos.
Cumplir con su función materna
es bastante difícil en especial para las mujeres que laboran a tiempo completo,
ya que los compromisos de madre requieren paciencia, dedicación, afecto y
tiempo, entre otras más y es sin duda esto último, el tiempo, de lo ellas
carecen; lo cual les dificulta aportar completamente sus virtudes maternas a
sus hijos. Y por más que se quiera demostrar por parte de cierto grupo de
psicólogos que “la calidad es más importante que la cantidad”, en cuanto a las
horas que se comparte con los hijos, la realidad demuestra que la cantidad es
indispensable. Observamos en la actualidad fenómenos como “los niños-llavero”,
son los hijos de estas mujeres que a edades muy tempranas les cuelgan en el
cuello las llaves de la casa para que entren al hogar después de finalizar la
escuela, los niños deben comer y hacer los deberes, solos. Gran parte de
ellos cuando alcanzan edades juveniles buscan compañía, afecto y un modelo a
seguir en los parques y en las calles, por lo general encuentran malas
compañías y suelen refugiarse en los vicios y la maldad. Hoy también se conocen
otras consecuencias ligadas a esta situación como las adicciones al internet,
las redes sociales, el móvil, la PSP, el sobrepeso, etc.
Cuando dichas madres llegan a su casa, encuentran un sin número de
labores y al finalizarlas –si es que lo consigue- están muy cansadas para
atender a sus hijos, ellas llevan encima el cúmulo del trabajo tanto laboral
como doméstico, así que es casi imposible que cumplan con sus compromisos
maternos de forma eficiente y eficaz. Como consecuencia, los hijos van acumulando
resentimiento y van perdiendo el respeto por su madre, máxime si ella por
sentimientos de culpa, termina consintiéndole todos los caprichos. Lo anterior
puede conducir a que los hijos se conviertan en unos dictadores, llenos de agresividad
e intolerancia, algunos llegan al extremo de maltratar no solo física sino
emocionalmente a sus padres, también a sus profesores y por lo general entran
en disputa con la autoridad, llevándolos posiblemente a comportarse como desadaptados
sociales.
Estamos hablando de una madre que pierde el control sobre el hijo,
debido a que este aprende a manipularla con sus errores, la intimidan en
especial cuando no existe implicación del padre. Y aunque los hijos dictadores
son un contexto que tiene su origen en otros conflictos, sí que se puede tratar
como uno de los efectos más considerables de la situación que estamos
exponiendo.
El origen de esta situación se
encuentra en la parte intrínseca de esta mujer, en su inconsciente, en sus
emociones. Ella desprende un hedor a servidumbre y sumisión que atrae a cuanto felino
emocional se tope, e inconscientemente los hijos se convierten en esas fieras
para poder manipularla y vengarse del abandono que tanto dolor les ha causado.
Son mujeres donde aún habita aquella abuela o madre sometida a la voluntad de
sus padres y luego de su marido, ella arrastra consigo el lastre del sacrificio
y en su sangre todavía se expende el sometimiento. Dicha información la lleva a
comportarse como la típica madre que hace todo a sus hijos, incapaz para ponerles
límites. Trabaja de sol a sol sin descanso, permite que su esposo se comporte
de forma irresponsable e irrespetuosa y además se sacrifica para suplir sus
faltas. Muchas terminan sometidas y esclavizadas en sus trabajos por un jefe y
dentro de su hogar, de su marido e hijos. En realidad es un hábito emocional
que ha aprendido de sus antepasadas y ejecuta absorta en sus inseguridades. Por
lo menos la mujer que es ama de casa a tiempo completo y que cumple con sus
responsabilidades, además de proporcionar afecto a sus hijos, logra el respeto
de los mismos.
La mujer en esta situación necesita trascender en su vida el sometimiento que circunda en su mundo emocional; empezando por un
concepto que es la primera huella de la escalera que la lleva a la autoestima,
se trata del respeto por sí misma. Luego hallar motivación en sentir dignidad y
dejar de suplicar amor, por lo menos saber que la pobreza de amor es lo que la
conduce a perder la dignidad. Y, por último, comprender que todo lo sucedido es
su camino de aprendizaje, su escuela, su examen. Los sucesos son los libros y
la teoría a estudiar y la practica esta en integrar sin juzgar su experiencia
para trascender y aprobar el examen de la autoestima.
Escritora y Especialista en BNE
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