Encuentra algunas de las causas y una mayor comprensión con el sexo opuesto
La especie humana tiene dos géneros: masculino y femenino; cada uno de ellos dotado de particularidades que lo definen como tal, las cuales los diferencian y a la vez los identifican. Estas han sido estudiadas durante siglos y siguen siendo estudiadas actualmente, algunas de ellas llegando en muchos casos a ser claramente establecidas.
Las diferencias físicas externas son evidentes, mientras que las otras, como las emocionales, cerebrales u hormonales y que desde hace unas cuantas décadas atrás se han empezado a estudiar, son las que determinan las diferentes formas de ser, pensar, de sentir y de comportarse. La doctora Brizendine[1] ha desarrollado lo que ella presenta como una rama de la psiquiatría femenina, y dice:
“Si bien genéticamente somos
distintos -las mujeres tienen cromosomas sexuales XX y los hombres, XY-, es
importante recordar que todos tenemos, desde la concepción y hasta las ocho
semanas de vida fetal, circuitos cerebrales de tipo femenino. Después de la
octava semana de vida fetal, los diminutos testículos del feto masculino
empiezan a liberar enormes cantidades de testosterona con las que «impregnan»
los circuitos cerebrales y los transforman del tipo femenino al tipo masculino.
De esta manera, por ejemplo, el centro cerebral que denominamos técnicamente la
zona del «impulso sexual» dobla su tamaño en el cerebro masculino. Al nacer,
todos tenemos o bien circuitos masculinos o bien circuitos femeninos. Como el
cerebro femenino no se ha visto expuesto a tanta testosterona, las niñas nacen con
circuitos femeninos en los que algunas zonas son más grandes y otras más
pequeñas que en el cerebro masculino. Creo que las mujeres percibimos el mundo
de una forma completamente distinta de como lo hacen los hombres. Si las
mujeres hacen caso de esas diferencias, entonces son capaces de tomar mejores
decisiones acerca de sus vidas".
Y el psiquiatra Luis Carlos Restrepo[2] lo
expresa así:
“Somos hombres y mujeres no solamente por las diferencias anatómicas o
genéticas de nuestros cuerpos. Lo somos además porque hemos aprendido a
utilizar de manera diferente los recursos del poder e integrarnos de manera
diversa en las prácticas culturales y a expresar con énfasis distintos nuestras
necesidades y sentimientos”.
Estos son algunos de los autores que han estudiado y tratado el tema,
tanto desde el punto de vista biológico como psíquico. Según lo anterior,
podemos concluir que, no obstante, pertenecemos a una misma especie, poseemos
un manual con especificaciones diferentes, sin perder de vista uno de los privilegios
más grandes que tenemos los seres humanos: cada individuo posee unas
características que lo diferencian de otro y lo hacen un ser único e
irrepetible.
En los siguientes casos, observemos ejemplos que ilustran algunas de las
diferencias existentes en los comportamientos, pensamientos y sentimientos del
hombre y la mujer. Son casos de la vida real que se presentan en la cotidianidad
de cualquier relación:
Ejemplo 1. Cierto día, durante un partido de fútbol, el juego se ve interrumpido
por una discusión entre jugadores y el árbitro —algo normal en un espectáculo
de estos—. Debido a esto, los espectadores nos pusimos de pie para observar
mejor los sucesos en el campo, cuando, pasados unos pocos minutos, un
aficionado que se encontraba en las graderías bajas, empieza a gritar:
— ¿DE QUIÉN ES ESTA NIÑA?
—mientras levantaba en alto a una niña de unos 3 años. Todos los aficionados
nos mirábamos unos a otros de manera desconcertada y de pronto una señora que
estaba al lado de un señor, le dice:
—Mire, ¿acaso no es esa su
hija? —El señor con la mirada atenta en los jugadores ni se enteraba, hasta que
unos instantes después, pregunta:
— ¿Qué dice? —Y la mujer le
pregunta de nuevo:
— ¿Acaso no es esa su hija?
¡Yo la he visto a su lado, señor! —replica ella.
— ¡Ah, sí!, ¡es la mía! —
grita el padre.
Seguramente que, si la madre hubiera estado con ellos, esto difícilmente
habría sucedido, pues la mujer podría ver el partido, comentarlo con la vecina
o amiga, pensar en la comida que prepararía una vez llegados a casa, localizar
los baños por si llegase a necesitarlos y estar pendiente de su hija. Actitudes
diferentes a las del hombre, el cual se concentra ciento por ciento en una
actividad, en especial si está fuera de su rutina. Esto resulta ser positivo
cuando trabaja en asuntos que requieren abstracción y concentración.
Ejemplo2. Un individuo les comentaba a sus amigos en una reunión social:
—No puedo entender las preguntas que mi mujer hace; imagínense que un
día, llegué a casa y le comenté que me había encontrado con Marcela y Felipe en
la calle y que ellos estaban en la acera de enfrente y que cuando me vieron,
cruzaron corriendo la avenida y entonces Marcela (con tan mala suerte) tropezó
y cayó al suelo. ¿Y saben qué preguntó mi mujer cuando se lo conté? —¿Qué? —preguntaron
los amigos — ¿Y se le vieron los “pantis”?
Esta es una constante en las conversaciones
entre hombre y mujer, tenemos formas diferentes de percibir las situaciones, en
este caso su esposa se fijaba en la vergüenza que su amiga debió pasar al
caerse y la posibilidad de que la gente hubiera visto la ropa interior de
Marcela; entre tanto, él se centraba en si ella se había hecho daño. La mujer
se interesa en detalles que para un hombre son insignificantes (aunque a veces
no lo son) y difícilmente tendría en cuenta, además se enfoca en los hechos y
las soluciones.
Ejemplo 3. Una mujer se quejaba
constantemente de su esposo y una de las principales razones era que él no la
escuchaba. Un día tuve la oportunidad de hablar con los dos en algunas de mis
jornadas de orientación a parejas. Entonces ella manifestó lo siguiente:
<<Cuando él se
despierta por la mañana y me dice: “Tuve un sueño…”, yo le contesto: “Cuéntame,
y ¿qué soñaste? “Demostrando interés, entonces él se extiende y me cuenta. Pero
cuando esto sucede al contrario y soy yo la que le digo: “Tuve un sueño…”, él
no dice nada y soy yo la que tengo que preguntar: “¿Quieres que te cuente? Y él
responde: “Sí, pero rápido que se nos hace tarde”>>.
Un ejemplo claro en la comunicación entre hombre y mujer es aquel en que
mientras ella siempre quiere ser
escuchada, él está preocupado por llevar a cabo su rutina (como en este caso) y
cuando su mujer o algo le sacan de la misma, él se siente desconcertado. La
forma de comunicarnos y las prioridades son diferentes y aplicando un poco esto
a la intimidad, el hombre peca de ser rutinario y simple, deja de sorprender a
su compañera, se deja envolver por la cotidianidad, olvida escucharla y
reconquistarla, pasa por alto los detalles, todos estos aspectos muy
importantes para la mujer. Al contrario, ella está pendiente de las demandas de
él y de las personas que quiere, por eso sus rutinas son flexibles, y,
dependiendo de las necesidades, ella puede pasar horas al teléfono en la
madrugada, escuchando a una amiga llorar. Por esto puede pecar de inoportuna al
querer que su pareja la escuche como otra mujer, incluso exigiéndole que la
oiga en cualquier momento y lugar, olvidándose de las obligaciones y
responsabilidades de ambos.
Estas son algunas de las
diferencias que nos identifican; sin embargo, cabe anotar que existe una gran
diferencia y es que el hombre busca el sexo para encontrar el amor y la mujer
busca el amor para encontrar sexo. Razón por la cual se establecen diversas
actitudes amatorias que se traducen en formas de comportarse y sentir
divergentes, causantes de muchos conflictos, no obstante ser el primer motivo
de atracción y sostén de la relación hombre-mujer. Creando quizás la mayor
contradicción y a la vez el mayor soporte de la unión.
Fragmentos tomados del libro:
Páginas27-32
No hay comentarios:
Publicar un comentario